Mis mundos

 La composición del mundo exterior puede plagar de soberbia al mundo interior. Convertirlo en un espantoso ámbito donde se unen y adquieren valor la causa y el efecto. Un submundo de miseria en el cual arde un fuego hostil, devastando la luz y la pureza de la felicidad del alma.

Conservemos y sembremos, pues, semillas de esperanza, fe y valor; para cosechar mientras tanto, a medida que acontece el fecundo devenir, los frutos divinos del espíritu y del corazón. Iluminemos la eternidad, con la intensidad de aquellos deseos que anhelamos una y otra vez, hasta plasmarlos en la realidad, nuestra realidad, la del propio mundo interior.

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